Un médico de Marianao.

"Casi todos los médicos tienen su enfermedad favorita", escribió alguna vez Benjamin Franklin. Esta es mi enfermedad: escribir. De Marianao al Canadá, curando gente, opinando del calor, la nieve, las ciudades y enfermando de ideas personales.

sábado, julio 31, 2010

El regreso de la momia.


Este no es un comentario sobre la notoria película hollywoodense en la cual una momia sádica y la vez romántica, regresa del más allá de los antiguos egipcios para completar ciertos asuntos en la tierra que no pudo concretar en vida. La momia a la que me refiero es un vestigio de otra época, de cuando la izquierda política del mundo tenía una cabeza diferente y los asuntos de convivencia entre los dos sistemas económicos imperantes, se resolvían con amenazas de guerra nuclear y con algunos enfrentamientos deportivos, sutilmente politizados, en los juegos olímpicos de verano.
La momia en cuestión ha regresado de los misteriosos albores de la muerte. Tras una larga y no bien publicada enfermedad ha resurgido cual ave fénix y se pasea por las calles de su reino como todo un ganador, con la ilusión de continuar siendo el líder invicto de un espejismo de gobierno singular, que combina la política represiva como estrategia del terror y la propaganda positivista, controlada en los medios masivos, desde donde ejerce el poder sin más oposición que la de sus propias incoherencias.
El regreso de esta momia ocurre en los momentos de mayor debilidad política y económica del régimen, cuando la credibilidad mundial de su totalitarismo comienza a desvanecerse. El regreso no enclava otro mensaje, que el de la eternidad del socialismo y por ende la persistencia de la pobreza y el aislamiento del pueblo de Cuba con respecto al mundo civilizado. Este retorno no tiene el toque de glorificación mesiánica esperada, es el retorno de las mismas fuerzas retrogradas que inspiraron el conflicto mefistofélico de lo nuevo contra lo viejo, del bien en contra del mal. Sin embargo, este príncipe de la oscuridad no se detiene a buscar almas vagabundas o solitarias y ponerlas al servicio de Lucifer, esta bestia se alimenta de la tristeza de 11 millones de cubanos, que por cuatro años pensaron haberse librado de su siniestra figura.
Aun así, el tiempo continua siendo el enemigo implacable de todos los seres vivos y ni el más destacado discípulo de Lucifer puede desafiar las leyes de la vida y la muerte. Con ansiedad esperamos su partida definitiva, al fin y al cabo no hay mal que dure 100 años ni cuerpo ni nación que lo tolere.

2 comentarios:

cubangerman dijo...

Pero, tierra ya no sufras,
corazón no te quebrantes;
no hay mal que dure cien años,
ni mi cuerpo que aguante.
(extraido de una cancion de celia crúz)
Es como si la deidad mayor se hubiera confabulado con este personaje para protegerlo y darle fuerzas mientras otros hombres honestos mueren a la espera de un milagro, a veces a manos de una enfermedad insignificante, para cual no existe cura inmediata,a veces pienso que es un castigo,mientras mi país se hunde en la pobreza y sus habitantes se degeneran o prostituyen, este tipejo continua como el dragón pero no es fuego lo que brota su garganta,es algo peor,es el odio a su propia gente, a la que engaña y atropella desde hace décadas.....

Rodrigo Kuang dijo...

Había dejado un comentario que, por alguna razón, desapareció. Parece que aún hay agujeros negros en la tecnología blogspot, pero en fin, trataré de reiterar lo dicho, sólo con la actualización de que, esta misma mañana, la momia apareció en la Asamblea Nacional, en una sesión extraordinaria que convocó el viejito loco, sin tener potestad legal alguna para hacerlo según los reglamentos, pero con la ductilidad que da ser emperador vitalicio.
Antes decía que, de cualquier manera, todas estas apariciones lo único que han dejado claro es que justamente, ya no se trata del paladín con imagen redentora, o el dictador de cuerpo y voz atemorizantes. Ahora es justamente eso, una momia, y como tal, despierta más burlas que empatías. Pero él no lo sabe, porque su senilidad y su ego desmedido no lo dejan ver la realidad. Él mismo se está tirando la tierra encima, y nos hace el gran favor de joderse, sin que siquiera tengamos que apoyarlo demasiado.