Un médico de Marianao.

"Casi todos los médicos tienen su enfermedad favorita", escribió alguna vez Benjamin Franklin. Esta es mi enfermedad: escribir. De Marianao al Canadá, curando gente, opinando del calor, la nieve, las ciudades y enfermando de ideas personales.

martes, diciembre 28, 2010

Una percepción diferente de las Navidades







Supongo que todos tenemos percepciones diferentes sobre las navidades. En mi infancia la palabra Natividad era asociada con la perfidia religiosa que provenía de los enreversados textos de la Biblia; por supuesto que la funesta asociación era dispersada por los ideólogos del socialismo y se enseñaba de forma autoritaria y sin comparaciones en todas las escuelas del país. Mis padres me hablaban de las fiestas de Noche Buena donde cada 24 de Diciembre, se asaba un lechón y se terminaba la noche saboreando turrón de Alicante. Después del 1959 y la llegada de los barbudos fidelistas la celebración de las navidades quedó olvidada casi por completo, no fue hasta la visita del difunto Papa Juan Pablo II, que el dictador permitiera, por primera vez, en casi cuarenta años el homenaje al natalicio de Jesús Cristo. Mi padre murió sin poder saborear otra vez sus anhelados manjares de navidad y mi madre que curiosamente nació el mismo día 25 de diciembre, aun lo festeja pero sin olvidar el silencio y el bajo perfil de la fecha para los controladores del poder.
Tras mi escape al mundo libre, he podido sentir lo que mis padres narraban en sus momentos nostálgicos. La Navidad va mucho más allá de rendir homenaje al natalicio del gran hombre, es también el momento de reunión de las familias, de perdonar y quizás olvidar los males y penurias que nos afectan a todos.
En la noche del 25 de diciembre del 2010, salí a recorrer las calles de la ciudad del Labrador tratando de encontrar aquel espíritu navideño sugerido por mis padres muchos años atrás. En el parque público de la ciudad encontré un árbol inmenso con una fantástica enramada de luces y una representación de casitas que a estas alturas no he podido entender su significado. A -17 grados Celsius de temperatura es difícil entender las vivencias del bebé mesías, originadas en las arenas calientes de Judea. Sin embargo y al disponer de un parque público en toda su extensión, solamente con la compañía del sonido de mis botas al pisar la nieve, tuve ese instante de paz y alegría que creo, debe ser la verdadera inspiración de las fiestas. Con el recuerdo de las carcajadas de mi padre y la voz de bolerista de mi mamá, dejé escapar el olor imaginado de aquel lechón asado de mis padres y me satisfice con el saborcito a maní y la adherencia en el cielo de la boca del turrón de Alicante.


jueves, diciembre 09, 2010

Recordando a John Lennon


No más ayer, 8 de Diciembre, se cumplieron 30 años del asesinato sin sentido del genial músico británico John Lennon. En su momento, la consternación provocada por el suceso hizo que la imagen del artista se difundiera en todos los telediarios del mundo, e incluso llegara a la pantalla controlada de los medios informativos de Cuba. Ingería mi comida nocturna, cuando pasaron la imagen del cantautor y la congregación de miles que se reunieron en algún parque de New York, con velas encendidas y lágrimas desconsoladas. Yo sabía de los Beatles y disfrutaba de sus melodías, especialmente las que permitían en el programa Nocturno, un espacio de tono romántico, principalmente saturado de canciones de la época de oro del pop español, llámese Formula Cinco y grupos de temática similar.
Desgraciadamente el noticiero no mencionó la participación de Lennon en el movimiento pacifista de los sesenta, ni su desprecio por las tendencias guerreristas que provenían de ambos lados de la cortina de hierro, ni tampoco de sus acciones hasta cierto punto insolentes, que le valieron un par de expedientes en los archivos del FBI y la agencia de seguridad nacional de los Estados Unidos y mucho menos que debido a su activismo político, concretamente a favor de la paz, le pusieron al borde de la deportación del territorio norteamericano.
Después de muchos años a salvo de la propaganda omisionista de la guerra fría, he podido conocer al músico y al hombre detrás de aquellas inmensas canciones. Por eso anoche, al regresar a casa después de un día largo de trabajo y estrés, le rendí un tributo personalizado y de la mejor manera posible: escuché una vez más el disco con sus mejores canciones y encendí dos velas en su honor y la bella certeza de que no existen cielos o paraísos como tampoco religiones ni el infierno bajo nuestros pies.