Un médico de Marianao.

"Casi todos los médicos tienen su enfermedad favorita", escribió alguna vez Benjamin Franklin. Esta es mi enfermedad: escribir. De Marianao al Canadá, curando gente, opinando del calor, la nieve, las ciudades y enfermando de ideas personales.

domingo, noviembre 21, 2010

Días



Hay días en que me siento
como una fiera triste
y me gustaría permanecer agazapado
en la sombra protectora de mi cubil.

Hay días en que puedo ser otro bien diferente
me adentraría en los ríos llenos de salmones
y competiría con los grandes osos pardos
dejaría en libertad mis instintos predatorios
clamaría la presa con la rigurosa impiedad de mis dientes.

Hay días en que puedo ser borrasca en tiempo de cosecha
gavilán atisbador con garras de hierro
melómano incurable profeta de los sueños…

pero en otros, los más comunes
me apodero de toda la extensión de las latitudes
disfruto y salto de alegría en la profundidad de las estaciones
me tiendo al sol como una bestia calmada
que no se conforma con la rutina de los días
y se mantiene mansa, tranquila, predecible.

viernes, noviembre 12, 2010

Luces del norte






Tras 44 años de espera, finalmente he podido presenciar el gran evento cósmico de las Auroras Boreales o Luces del Norte como se le conoce en esta parte del mundo. Algo nos advertía desde temprano que sería un día especial. Casi que sin anunciarlo el sol se presentó en la mañana con una intensidad y claridad no habituales, fenómeno notable si tenemos en cuenta la substancial falta de luz solar en los dos últimos meses y la tendencia del termómetro a congelarnos las entrañas cada día un poco más. Eso implicaría un cielo nocturno despejado, atestado de estrellas y la imperiosa ausencia de la luz lunar.
Estaba en la casa holgazaneando—haraganear no hace daño de vez en cuando ja ja —disfrutando de un Cuba libre refrescante cuando Natalie y Juan me informan de la maravilla. La excitación fue tal que subí como un bólido escaleras arriba en busca de la cámara y como ocurre en estas circunstancias, al lograr organizar la cámara y los lentes adecuados, aprendí que no lograría una foto perfecta sin la utilidad de un trípode. Desafortunadamente el que tenia es de mala calidad—hoy compré uno bueno— y en la ansiedad de capturar la imagen por poco se me cae la cámara de las manos. Al final tuve suerte porque las luces continuaron radiando por 15 o 20 minutos y de alguna manera logre estabilizar la cámara y obtener 2 fotos medianamente decentes. Para lograrlas usé un lente con 2,8 de apertura, un tiempo de exposición de 15 segundos y un ISO de 1380. A pesar de mis esfuerzos se nota un poco de movimiento. Diría que es casi imposible no mover las manos por 15 segundos. En un tono más optimista ya tengo todo listo por esta noche, solo necesito que las nubes y la nieve no regresen y la luna se mantenga oculta por unas horas. Ya veremos.