Un médico de Marianao.

"Casi todos los médicos tienen su enfermedad favorita", escribió alguna vez Benjamin Franklin. Esta es mi enfermedad: escribir. De Marianao al Canadá, curando gente, opinando del calor, la nieve, las ciudades y enfermando de ideas personales.

sábado, mayo 22, 2010

Un poema de amor y la primera jinetera.


El buen criminal siempre regresa al lugar del crimen, al menos eso decían los mejores detectives en las novelas negras que leía en mi adolescencia. En esta ocasión buscaba algún poema viejo para publicar. Sin pensarlo mucho seleccione uno que posee una historia personal acompañada, de esas que nunca se quieren contar pero que sin embargo con el paso del tiempo duelen menos. Sucede que existía esta bella muchacha, de esas que paran el transito en las intersecciones y son fruto cabal de la mejor combinación genética que ofrece el Caribe. Sucede también que era mi amiga y hablaba conmigo de muchas cosas incluyendo sus cuitas amorosas y deseos futuros. Sucede que en silencio yo la amaba como un perro—como se suele decir en buen cubano—pero desafortunadamente no era más que un ser invisible para ella, nunca o un poco más allá de los límites de la amistad. Por esas mismas razones disimulaba mis horas de amigo y confidente tras los buenos consejos y la esperanza de que algún día ella me viera de forma diferente y no como un satélite monótono y rutinario, presto a servir a la gran masa gravitatoria que constituye un planeta.
Entre col y col me inventaba otros amores, todos fugaces y muchos estrictamente platónicos. Quería mantenerme limpio y reservarme para mi esperado gran día. Como ocurre en muchas historias trágicas latinoamericanas, el aciago día nunca llegó, ciertamente no en mis términos. En una tarde común sentados en cualquier banco triste de un parque habanero mi amada amiga me dijo que andaba en amores con un extranjero que le doblaba su edad. Al principio me pareció una mentira, un sortilegio irreal como la misma belleza de mi Venus tropical. No podía imaginarme su arquitectura biológica perfecta siendo poseída por aquel amasijo de lípidos y carbohidratos— lo que representaba para mí— el victorioso rival.
A los veinte años eres capaz de crecerte ante muchas cosas. Mi amiga se caso con el extranjero, dio algunas vueltas por el mundo y finalmente regreso a la Isla, divorciada, sin terminar la carrera de medicina y sin más futuro que el de una jinetera profesional. Cuentan algunos que su estilo seductor se mantuvo al igual que su belleza y entre amante y amante conoció todos los hoteles de la capital al igual que los buenos y malos momentos de una prostituta ilustrada.
Nunca más supe de ella, de lo cual me he alegrado muchísimo en los últimos veintitrés años. Hoy solo me quedan los recuerdos y un poema escrito con despecho, desde la posición obvia de un perdedor. De cualquier manera nadie sabe cuando realmente se gana o se pierde, diría que todo es cuestión de categorías y un día estas abajo y otros un poco mas arriba.
Espero que les guste el poema.

Gobiernas
tras el divino asombro de los fuegos humanos
manteniendo viva las esperanzas del tiempo
por qué te vistes de cañas y centrales
y tejes sombreros con nuestra miseria
por qué te escapas del noble seductor
y abres tus piernas al mejor postor de las edades
no lamentes tu derrota frente al equilibrio de mis egos
bañate con mi sudor
para que el placer no muera en mi colmena.

3 comentarios:

Belén Manrique Castaño dijo...

MUY INTERESANTE TU ENTRADA MEGUSTÓ UN CHORRO

Rodrigo Kuang dijo...

El antiguo poema, aún siendo bueno, casi ni hacía falta luego de tan intensa remembranza. La experiencia fue incorporada a la narrativa con el espíritu del necesario ajuste de cuentas con el pasado que nos acompañará hasta la tumba.
Casi todos los tipos normales tuvimos una experiencia igual o parecida en aquella Habana que nos arrancaba de las manos a las personas queridas, a los frutos del deseo, lo bueno de Cuba que, como dijera Frank "siempre algo verde te cuesta".
El próximo paso es el perdón, a ellas y a los amasijos de lípidos. Todos hemos sido víctimas de la pobreza espiritual y la decadencia de un país que convierte al talento en supervivencia.

cubangerman dijo...

Podría haber citado a Joaquín sabina pero me arriesgare por mi cuanta jejeje,pienso que es una gran suerte para ti hermano y para todo el que por aquella época existió,el tener en el baúl de los recuerdos esas historias,seguramente en aquel momento amargas y ahora a pasar el tiempo movedizas como el fango en forma de nostalgia,creo que eso es en si la vida misma,la suerte,la felicidad,el desamor...ay del que no tenga esos recuerdos