Sábado en la noche después de las seis. Los latinos en el labrador nos reunimos otra vez. Como de costumbre, alguien de nosotros elabora una razón para el encuentro, en esta ocasión Virginia ha descubierto una forma diferente de hacer sopa, algo así como una caldosa cubana pero con suficientes componentes cárnicos y vegetales capaces de reanimar a un muerto y calentar las vísceras de cualquier hambriento comensal.
Ya en la sobremesa comienzan los debates sobre temas comunes. José Luis menciona algunos incidentes de su reciente viaje al trópico, a Punta Cana, en Dominicana, y Virginia bromea sobre la esmerada atención que José le dedica a su nuevo juguete, un flamante motor de nieve que hasta ahora se ha empeñado en no funcionar adecuadamente. Raquel ya luce más mejorada de sus recientes males físicos en tanto John, el esposo de Raquel, sonríe y se le nota relajado, con un nivel de alivio no visto en los últimos días.
Así la noche pasa entre tema y tema, hasta que Gloria siente curiosidad por las razones que tuvimos para emigrar. Maite, mi esposa, le explica que los motivos iniciales fueron puramente económicos. Narra entonces las muchas carencias con las que sobrevive el pueblo cubano, y con obvia afectación, les habla del sistema racionado de alimentos básicos impuesto por el régimen hace cincuenta años, y que sólo alcanza para unos diez días del mes, para después abrocharse el cinturón e inventar con lo que puedas. Raquel le pregunta si en la lista de productos racionados se incluye shampoo… Maite le explica, en tono jocoso, que al parecer lavarse el cabello no es una necesidad básica del ser humano, al menos en los términos de nuestros dirigentes, quienes seguramente argüirán que las escaseces son la consecuencia del injusto bloqueo norteamericano, y que la falta de ese producto es un pequeño precio a pagar por la valentía y el coraje de resistir al imperio todopoderoso.
Por la cara de nuestros interlocutores, no creo que ninguno pudiera llegar creer semejante falacia.
La velada siguió su curso entre copetines y disertaciones sobre nuestras vidas. Va a ser difícil de olvidar el semblante de John al contarme sus razones para emigrar de su natal Colombia, donde la violencia política frisa estadísticas espeluznantes.
En una ocasión, mientras estaba de guardia, le llegó una mujer con lesiones físicas de gravedad. Ella había detonado intencionalmente un aditamento explosivo en un transporte público. Por esas ironías injustas que tiene la vida, la terrorista sobrevivió la explosión, no sin antes matar seis personas inocentes.
Mi colega relató la fuerte aversión que sintió hacia aquella paciente, y el dilema subsiguiente sobre si debía o no salvar su vida. Mi amigo es un profesional competente y resolvió su paradoja ética como sólo puede hacer un medico cabal: salvando vidas. Lo único malo de aquella decisión es que hoy, por alguna calle colombiana, camina una terrorista más, una que lleva en su conciencia la muerte de seis desafortunados compatriotas.
Cerca ya de la una de la mañana, nuestra catarsis latina llegó a su fin, con la promesa de alguna que otra buena excusa para volver a reunirnos lo antes posible.
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3 comentarios:
No hay nada mas placentero que esas reuniones entre amigos,paisanos o simplemente gente con la que uno puede compartir esos mómento.
cualquier cosa o elemento puede ser motivo de converzacion,ya sea filosofando sobre el medio ambiente o la situción politica o del nuevo hit de algun cantante o banda contemporanea,lo menos problematico es encontrar un motivo para confraternizar con esos amigos.
espero poder pronto conocer a esa tropa hermano,ya mi curiosidad es enorme.
saludos a todos
MIS PENSAMIENTOS. MERCE CARDONA.
Dice, bonito relato, es emocionante tener amigos y poder hacer esta velada, comentar, y dialogar, me alegra mucho.
Gracias por tu visita a mi casa,
Volveré. Besos
Epale Roberto, excelente tu blog, al principio no estaba seguro si se podia comentar o que. Te felicito por tu vena artistica y de poeta.
Muchos saludos
J.L.
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